sábado, 13 de julio de 2013

EL ORO QUE ENRIQUECE A TODOS

Editorial de la Revista Humanismo Integral
Edición No.  59 - Abril - Junio 2013 

El oro, como todos los  recursos naturales, es un don, un regalo de Dios, para todos los miembros de  una sociedad. El nuestro, es para todos los dominicanos. La legitimidad de su uso, radica en que esté al servicio de la vida plena de todos y cada uno de los dominicanos.

Lo que verdaderamente ningún Presidente ha hecho,  es dar primacía a la identidad nacional sobre el poder extranjero; y al bien común dominicano sobre los intereses partidistas y sectarios.

A partir de ahí, lo razonable  es poner en práctica el principio de que el Estado es el rector del bien común y su gobierno el conjunto de funcionarios que encarnan las gerencias de las funciones estatales, a todos los niveles, sirviendo eficazmente al pueblo que los ha elegido y financia las retribuciones de electos y designados.

Hasta ahora, nuestro oro solo ha enriquecido al poder extranjero y a un reducido número de dominicanos infieles que se han puesto al servicio de los extraños, actuando en defensa de sus intereses individuales y contra el bien común.

Los colonizadores del siglo XV salieron en busca de especies y encontraron oro. Contra estos, levantó su voz profética Fray Antón de Montesino, apoyado por su comunidad  dominica. 

En el siglo XX fue la Rosario y el XXI la Barrick Gold. Y muchos otros pretenden seguir ofertando “espejitos” y demandando oro y otros metales.

Nuestros dirigentes  precolombinos  procedían con mayor prudencia y racionalidad que en la actualidad. Al menos preferían que el oro permaneciera en las entrañas de “la madre tierra”.

Creemos, firmemente, que la riqueza de nuestro subsuelo solo debe explotarse con el objetivo de elevar la calidad de vida de todos y cada uno de los dominicanos.

Lo expresado anteriormente,  significa que esta riqueza, en ningún caso,  puede afectar la ecología física, y menos la humana. No puede contaminar las plantas, los animales y mucho menos a las personas que, como profetizó Montesino, somos sus legítimos dueños, a quienes el Creador nos legó para que, como criaturas suyas, la defendiéramos y acrecentáramos.

Desde el año 1939 se han hecho serios estudios sobre nuestras riquezas mineralógicas. Lo que no se ha hecho, es el  inventario de de los recursos humanos dominicanos, no importa el partido a que pertenezcan,  o si no son miembros de grupo alguno, simplemente que sean recursos humanos dominicanos.

Lo que hay que hacer,  es designar los recursos humanos más cualificados al frente de la conducción de los recursos físicos.

 Esta prueba demostrará que nuestro país no carece de recursos ni físicos ni humanos para alcanzar su desarrollo integral.

Las riquezas mineras, luego de asegurarse que no contamina a los seres vivos, siendo recursos no renovables, debe programarse su uso de modo que la mayor proporción de sus ingresos se invierta en infraestructura que dinamice la economía en función del bien común.


Entiéndase bien, inversión no es gasto. Es desembolso generador de empleos y productos, capaces de sostener un proceso dinámico de desarrollo integral.

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