sábado, 13 de julio de 2013

IDENTIDAD DEL COOPERATIVISMO

Ignacio Miranda

Desde 1946, cooperativismo es una palabra bastante conocida en nuestro país. A partir de ese año, cada cierto tiempo, su uso  se hace más, o menos, frecuente, dependiendo, en  gran medida, del comportamiento de los conductores de la sociedad.

Hasta la década de los 60 del siglo recién pasado, fue la Iglesia Católica la que difundía sus valores y principios y, al mismo tiempo, promovía sus estructuras de participación.

Valor, principio y estructura de participación, son criterios que sirven de  base fundamental al  cooperativismo. Nos parece conveniente,  algunas ideas  previas  sobre estos conceptos.

Valor es el criterio esencial de cada ser concreto o abstracto; principio es la norma que regula el comportamiento. Los valores y principios son discursos que solo producen frutos cuando se convierten en virtudes encarnadas en los conductores de las estructuras de participación.

Sería bueno que la gente se preguntara: ¿por qué razón tantos bellos discursos sobre valores y principios no se convierten en realizaciones tangibles?.

Podrían haber varias respuestas: ignorancia, mala fe, manipulación de los sectores de poder para masificar a la mayoría de la población y convertirla en conglomerados que les impida organizarse en estructuras  de participación decisoria y receptora, capaz de practicar la justicia conmutativa mediante la cual se eduquen para ejercer  el cumplimiento de sus deberes y a reclamo de sus derechos.

COOPERATIVISMO

El cooperativismo  se ha hecho muy popular, últimamente, en gran medida, porque el Presidente Medina ha manifestado su apoyo a este sistema.

Muchas personas e instituciones favorecen el cooperativismo, algunas se expresan en su contra, otras lo combaten con palabras o hechos y, algunas, lo contaminan desde dentro.

Por lo dicho anteriormente, quiero expresar nuestra opinión, con el único interés de cooperar con el desarrollo integral del país, reiterando mi firme convicción de más de medio siglo, en el sentido  de que el cooperativismo enriquece a todos y no empobrece a nadie.

El cooperativismo es el tipo de sistema de economía solidaria de mayor tradición y práctica en todo el mundo.

Todo sistema de economía solidaria se fundamenta en que los agentes económicos involucrados,  son personas comprometidas con una estructura empresarial de participación, que tiene por objetivo fundamental elevar la calidad de vida personal y socialmente, valorando a la persona sobre el capital y anteponiendo el bien común a los intereses particulares.

PRIMACÍA DE LA PERSONA significa que el ser humano tiene un valor absoluto, mientras las cosas, por ser solo materia, son limitadas en su contenido, tiempo, espacio. Por tal motivo, al valorar a la persona por lo que es, y no por lo que posee o aparenta, en la participación decisoria, cada socio tendrá un voto, no importa lo alto o bajo de su inversión

Las líneas que sirven de parámetro para establecer la identidad del cooperativismo son, esencialmente,  esfuerzo propio, cooperación comunitaria, participación en las utilidades según el esfuerzo personal reparto de los excedentes en proporción al patrocinio o esfuerzo personal.

ESFUERZO PROPIO significa, principalmente, que para entrar como socio de una cooperativa, la persona tiene que practicar el valor de la austeridad como fundamento del ahorro que lo hace propietario personal y comunitario.

Cuando una persona ahorra, por pequeña que sea la suma, por ejemplo RD$500, ya  es  un propietario. Si se junta con otras 99 personas que disponen, en promedio, un valor similar a ese, entonces la comunidad posee unos RD$50,000, partiendo del principio de que muchos poco hacen un mucho que usado de manera solidaria conduce al bien común.

Manteniendo ese mismo ritmo de ahorro,  al cumplirse el primer  año, la comunidad tendría una propiedad del orden de  medio millón de pesos, y, cada persona, más o menos RD$5, 000. Y si esa, y muchas otras comunidades hacen lo mismo, entonces los recursos podrían ser invertidos, en un  proceso dinámico generador de empleo y productos.

El financiamiento de la inversión con recursos propios, permite que la empresa baje los costos de producción, incremente la productividad, la competitividad y los beneficios.

Al contrario,  el financiamiento externo, en caso en que se consiga, estaría condicionado  por el comportamiento financiero del mercado,  que, por regla general, prestan  a  quienes  tienen solvencia económica. En caso de obtenerse el crédito, de todos modos, se eleva el costo de producción y disminuye la productividad, la competitividad y los beneficios.

En el sistema cooperativo, los dividendos, son repartidos según el esfuerzo realizado y no al capital aportado, si bien éste siempre tendrá el pago del interés en proporcional a la suma invertida.

En síntesis, siendo el cooperativismo una variable económica del humanismo, el éxito de sus programas depende la profundidad con que sea enseñado, estudiado, difundido y practicado. Así lo entendieron los pioneros de Rochdale,  estableciendo, entre sus principios normativos, la “educación continua”.

En nuestro caso, la ley 28, del 23 de Octubre de 1963, establece la obligatoriedad de la enseñanza del cooperativismo a nivel del 8º curso de primaria y 3º de bachillerato.

Como muchas otras leyes, esta, que promovería la austeridad desde la juventud, no ha sido puesta en vigencia. Esperamos que esta ley entre, realmente,  dentro del “hacer lo que nunca se ha hecho”.

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