domingo, 30 de diciembre de 2012

LA AUSTERIDAD COMO RAÍZ DEL AHORRO Y FUNDAMENTO DE PROPIEDAD

Autor: Ignacio Miranda 

E
n la sección Educación de esta misma edición, se encuentran amplios criterios sobre la educación en valores; y, en la revista anterior hallarán un trabajo los pasos que se requieren para la metodología de un programa de economía solidaria.

Aquí procuramos presentar algunos criterios sobre los valores específicos de la austeridad y el ahorro y sus variables, aplicables a la economía solidaria dominicana en el momento actual.

Sobre el concepto de valor, para apoyar las enseñanzas que queremos proponer en este artículo, solo queremos señalar:

El valor es un concepto esencial que se expresa con el discurso, cuya solidez se enraíza en los principios que los sustentan y dan los frutos propuestos mediante la virtud. Virtud es, pues, la práctica de los valores y principios.

Respecto a la economía solidaria, y, particularmente el cooperativismo, que es la forma más conocida en el mundo, y la casi totalidad de su expresión en nuestro país,  solo puede garantizar su eficacia mediante la práctica de los valores del humanismo económico.

A nuestro juicio, esa es la mayor razón por la que, por un lado, tenemos un gran avance cuantitativo en las cifras de las empresas, los socios, el ahorro, los préstamos, sin embargo, sin embargo, en el orden cualitativo, expresado en el desarrollo integral, que incluye austeridad, ahorro liberador

No basta  discurso elegante, ni siquiera acompañado del conocimiento de una principios de un sistema;  se requiere, sobre todo,  que sus sustentantes y los dirigentes de las estructuras de participación, sean coherentes en lo que piensan, sienten hablan y practican, y, de esa manera, se constituyen paradigma o modelo a seguir, creando un efecto multiplicador.
El cooperativismo, como economía solidaria,  ha de apoyarse en una empresa libre y liberadora caracterizada por los valores de la austeridad,  ahorro, cooperación, solidaridad, eficiencia, eficacia. Todos estos valores deben practicarse tanto en las personas físicas como morales, aunque unos son más propios de una categoría que la otra.

Austeridad y cooperación deben encarnarse fundamentalmente en las personas.

Austeridad es valor económico permanente y no circunstancial, como algunos proclaman: se trata del uso racional de los recursos para satisfacer las necesidades reales, prescindiendo de las ficticias, producto del consumismo, la emoción, aparentar lo que no se es o simplemente por moda o porque otros los usan.

Ahorro consiste en retener  de cada ingreso una proporción con dos objetivos fundamentales: los imprevistos a que está abocado todo ser humano como también para la inversión.

El cooperativismo ofrece dos formas de ahorro: el sistemático que debe ser un porciento fijo de sus ingresos, con la que el socio se convierte en copropietario de la empresa cooperativa; y el depósito, que es variable y eventual, y, del cual el socio  puede disponer en cualquier momento. Ambos ahorros convierten al socio en propietario.

Una eventualidad podría ser hasta quedar cesante el trabajo; en cualquier caso, si se posee una propiedad podría enfrentarse con mayor facilidad el problema.

Es un principio socio-económico fundamental que la propiedad es liberadora, mientras el crédito es opresor; o dicho con otras palabras, la deuda empobrece mientras el ahorro enriquece.

Un grave error que comenten muchas cooperativas es inducir a sus socios a endeudarse para gastos corrientes. Muchas veces incluso con garantía de sus prestaciones laborales, violentando dos valores esenciales de la convivencia social como son la solidaridad y la austeridad.

Otras veces, les otorgan órdenes de compras para otras empresas, cuando en realidad podrían organizar un programa de consumo mediante el mercadeo de nicho. Con el mercadeo de nicho se eleva el poder adquisitivo con compras comunitarias hechas al por mayor.

Otra novedad,  son los bonos para los libros y útiles escolares, cuando lo correcto sería que el socio presupuestara un ahorro en depósito para tales fines.
Lo anterior supone, además, violar un principio cooperativo  ancestral y esencial como es la educación continua.

La educación continua ha de fundamentase en la integralidad que educa a la persona orientada a elevar su calidad de vida.

Esa educación debe comenzar por instruir a los socios en el uso de su presupuesto, de manera dialógica y racional; y continuar por una instrucción sobre los valores que elevan la calidad de vida; y, los antivalores que conducen a la pobreza.

Los dos antivalores que en mayor grado conducen a la pobreza son el crédito destinado al gasto, sobre todo, cuando tiene un costo usurero;  y el juego de azar.

El crédito destinado al consumo, siempre conduce a una  disminución del ingreso ordinario; en mayor grado, cuando se toma a una tasa de interés elevada.

El juego de azar es el peor enemigo del progreso porque explota los sentimientos de los más débiles sobre la falsa promesa sobre un ingreso fácil, rápido y abundante, cuando en realidad lo único cierto  el cálculo de las probabilidades que siempre será una para ganar  y numerosas para perder.

El egoísmo y la ingenuidad,  ni siquiera permite percibir como se multiplican las loterías, bancas de apuestas, y otros juegos de azar, a expensas del comportamiento de sus usuarios. Cuando más se juega, por mayor incremento de la riqueza de los poderosos promotores del vicio, por una parte;  mientras crece la pobreza de los menos afortunados, al otro lado.

Es ley de la Economía: demanda y oferta son proporcionales. A menos apostadores, menos loterías, bancas, etc.,; mayor ahorro, mayor inversión, mayor producción, más empleo, menor costo, menor precio, mayor poder adquisitivo, más exportaciones, más divisas.     

Debemos insistir en que solo se debe incurrir en una deuda,  cuando está destinada a  aumentar la propiedad.

Una propiedad se aumenta con un préstamo cuando este está destinado a la inversión sea de autogestión o cogestión; o para el saldo de una deuda usurera, si se trata de una baja tasa de interés y que, en todo caso, lo que se pague a la cooperativa sea por un valor inferior.

Cooperación y solidaridad son tan propios de las personas como de las entidades: Cooperación es el esfuerzo individual para alcanzar el bien común;  mientras la solidaridad es la vocación de servicio permanentemente abierta a quienes padecen una necesidad real.

Eficiencia y eficacia son de de naturaleza eminentemente gerencial.

La eficiencia tiene sentido cuantitativo midiendo el éxito empresarial por los resultados económicos.

La  eficacia significa alcanzar los objetivos de desarrollo en función del bien común y, consecuentemente,  encaminados a elevar la calidad de vida de todos y cada uno de los miembros de la empresa.

En definitiva, toda empresa de economía solidaria se ha de fundamentar en el esfuerzo personal  y la cooperación comunitaria para alcanzar el bien común.

(Artículo publicado en la revista "Humanismo Integral" julio - septiembre de 2012)

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