domingo, 7 de abril de 2013

LOS PRADOS Y EL VALOR DE LA LIBERTAD


En  este trimestre, la comunidad de Los Prados ha sido premiada con una atención especial de la prensa escrita, en mayor proporción por El Caribe, ubicado en el sector, destacando los males que la oprimen.

Durante cerca de medio siglo que tiene la comunidad, he destacado los valores comunitarios de sus habitantes, poniendo énfasis en que se trata la expresión más acabada de “clase media”, la similitud de las características de su origen: familias integradas por matrimonios jóvenes, la mayoría profesionales, con bastante aproximación en los niveles de ingresos, la mayoría procedentes del interior, con su aire pueblerino alegre, solidario y religioso y amor forestal.

Alejado de las vías de comunicación de la época, en 1964, cuando comenzó la urbanización, solía decir: “por Los Prados no se pasa. A Los Prados se va”. Ya la cosa no es así: vehículos pesados, incluyendo patanas y autobuses usan Los Prados como desvío “para ganar tiempo” contaminando y poniendo en riesgo la vida de sus moradores.

Las viviendas eran individuales y similares, de un nivel, y el comprador se comprometía a usarla como residencia, en caso de modificación, no podría elevarla a más de dos niveles.

Si observamos el plano original, veremos que el centro de la urbanización había un triángulo que contenía tres solares donde se ubicarían una Iglesia, un colegio y un centro cívico.

La prensa ha destacado los hundimientos, no solo en Los Prados sino también en San Jerónimo y La Castellana y la comunidad debe agradecerlo, pero hay que destacar que no es el único atropello contra una comunidad, que merece respeto por su condición de seres humanos, sino también porque ha hecho notable contribución al nivel de desarrollo en que se encuentra el país.

El primer atropello fue el despojo, por parte del Banco Nacional de la Vivienda y, por tanto, del Estado, de su solar destinado al centro cívico.

La razón de los hundimientos es que se ha ignorado las condiciones arcillosas del terreno que no permiten edificaciones elevadas.

También hay que destacar los negocios dañinos, comenzando por las ventas de vehículos que contaminan con su monóxido de carbono, ocupación de aceras. A todo esto se suma la ausencia de cuartel policial, con su consecuencia de robos, atracos. También la mala calidad y altos precios de los servicios, comenzando por la energía eléctrica.

Son muchos y muy diversos los males que oprimen la comunidad de Los Prados.

El comportamiento de El Caribe debe mover a otras empresas lícitas ubicadas en el sector, a unirse a la Junta de Vecinos para sanear el ambiente ecológico contaminado por diversas causas físicas y sociales.

Esto constituiría una restauración y una conversión del antivalor de la opresión al valor de la libertad para la comunidad de los Prados, históricamente la primera  urbanización financiada por el sistema mutualista de ahorro y préstamo para la vivienda habitada por un modelo de clase media. 

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