miércoles, 10 de febrero de 2016

LÍNEAS PROGRAMÁTICAS DE UN PLAN DE GOBIERNO HUMANISTA


Ignacio Miranda

Dentro de los términos de frecuente uso de la presente época, entran presupuesto, excelencia, integralidad, sostenibilidad, cambio de modelo económico. En la mayoría de los casos se queda en el discurso. Peor aún, frecuentemente se contradicen con la práctica, incluso, de sus más fervorosos expositores.

 

¿A qué se debe esta incoherencia?.Mi respuesta, reiterativa, es que los valores que contiene un discurso deben apoyarse en  raíces profundas determinadas por  principios normativos que encarnen sus expositores  para que haya coherencia entre el pensar, sentir, hablar y actuar.     

 

En general, presupuesto es estimado de anhelos que se pretenden alcanzar en un futuro cercano o lejano. Diciembre es un mes propicio para presupuestar, no solo por los recursos adicionales que se reciben sino también porque en las proximidades de un año que termina y otro que comienza, hay líneas y perspectivas claras para corregir  errores y reiterar  aciertos.

 

Desde que conozco el método Ver-Juzgar-Actuar, obra de Monseñor Joseph Cardijn, hace más de seis décadas, siempre he creído que éste es como una sustancia capaz de alimentar cualquier otro procedimiento metodológico, por su esencia: Ver,  objetivamente la realidad, enjuiciándola  a la luz de nuestra visión del mundo; y,  actuar conscientemente reiterando las experiencias positivas y corriendo las negativas y mejorables.

 

Las noticias, muchas de ellas comprobadas y sufridas en carne propia en nuestra cotidianidad, expresan violencia, injusticia, inequidad, abuso de poder, corrupción, mentira, accidente de tránsito, inseguridad generalizada, irrespeto a la dignidad humana y al bien común, contaminación ecológica, pobreza de autoridad.

 

Abundan las estructuras organizativas y aún más las leyes,  pero falta la institucionalidad y la justicia, y peor aún, se han concebido o se aplican en función de intereses particulares y contra el bien común.   Creo  que no existe ley por mala que sea que impida hacer el bien, si las personas que deben aplicarla están  animadas  por el valor de la bondad; como tampoco hay ley por buena que parezca que produzca resultados buenos si las personas responsables de cumplirla son  indiferentes o perversas.

 

Con el fin de contribuir a combatir la crisis existencial que nos arropa, propongo   a los conductores de nuestra  sociedad que aspiran a ocupar funciones públicas, especialmente los candidatos a la Primera Magistratura del Estado, algunas líneas programáticas que entiendo que contienen las primacías más urgentes para alcanzar nuestro desarrollo,   inspiradas en  la identidad nacional, enraizada en el humanismo cristiano, cuyos valores están expresamente contenidos en el   Juramento Trinitario , los símbolos patrios; como también  las enseñanzas académicas y el testimonio de vida de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte y sus discípulos  de siempre.

 

Valores inequívocos de nuestra  identidad  son libertad, verdad, independencia, soberanía, cooperación,  a partir de las cuales deducimos las primacías y líneas programáticas en que debería apoyarse un plan de gobierno dominicano:  seres vivientes sobre  cosas materiales,  bien común sobre  intereses particulares,  trabajo sobre  capital,     educación sobre  instrucción, función sobre  funcionario, autoridad sobre poder, justicia sobre  ley. Algunas especificaciones:  

 

Ecología integral como expresión de la defensa de todo ser viviente, es el compromiso de  cuidar el ambiente social y físico que incluye las personas, las plantas y los animales, a partir de la dignidad humana cuyo valor es tan elevado que  no es posible medir ni comparar  con instrumento material alguno. La vida temporal de todos estos seres requiere de la armonía entre todos ellos, y,  la excelencia y sostenibilidad de todo programa,  radica en que se de primacía del ser sobre el tener, el decir y el hacer.

 

El bienestar colectivo contiene tanto al todo como a las partes. Sin embargo,  una cosa puede favorecer a la parte y perjudicar al todo, incluida la persona favorecida.

 

EL TRABAJO tiene primacía sobre el capital porque se trata del esfuerzo humano creador de riqueza. Esto lejos de restar importancia al capital, lo valora,  si su procedencia es lícita.  La historia de la economía nos enseña que muchas personas ricas elevaron sus propiedades tras  largos años de laboriosidad, pagando retribuciones justas, vendiendo a precios equitativos y cumpliendo con sus impuestos. También debemos recordar que nuestros  habitantes primitivos  producían sólo con los recursos que les ofrecieron “el Padre Dios y la madre tierra”.   

Instrucción es conocimiento, limitado o amplio. Educación es un saber que, además de la instrucción contiene, la experiencia, la moral, las buenas costumbres, la identidad nacional, en definitiva, los valores culturales, que, al practicarlos, elevan nuestra calidad de vida integralmente. Por eso, entiendo que ésta no puede ser confiada a profesores nacionales incapaces, y mucho menos a “expertos extranjeros”, ni supeditarse a recursos materiales, mientras me reafirmo en el criterio de que  la mayoría de los componentes del saber valen mucho y cuestan poco.

  

Debemos  tomar  conciencia de que todo dirigente,   desde la comunidad familiar hasta el  Estado y la Iglesia, requiere  poseer  la capacidad para encarnar la función que ocupa y ponerla al servicio del  bien común.  Cuanto más sea  ésta, mayor  debe ser el nivel cualitativo de capacidad del funcionario. De ahí que el candidato a ocupar la Primera Magistratura del Estado demanda poseer un perfil de estadista equivalente  a encarnar dignamente la rectoría del bien común avalado con su testimonio de vida.

 

La identidad dominicana se fundamenta en la democracia, por lo que, gobernantes y gobernados,  debemos entender que este concepto tiene su raíz en  la libertad, por tanto,  los aspirantes a la Presidencia,  es preciso haber demostrado ser personas libres y liberadoras. No puede haber democracia sin dirigentes  que encarnen y practiquen la democracia, a todos los niveles, comenzando por las estructuras que dirigen.

 

De lo anterior se deduce  que es moralmente inadmisible la reelección presidencial, porque esta función es un  recurso de la soberanía nacional que el pueblo ha delegado en una persona, para que, de manera transitoria,  la  administre en  favor del bien común y no para provecho de intereses particulares.

 

Autoridad, justicia, legalidad, son tres valores fundamentales  para gobernar con dignidad, que Duarte nos enseña en tan solo dos líneas su discurso: “La Nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propio ni mucho menos extraña”…  “Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia

 

En concreto: un plan de gobierno 1916-1920, a nuestro juicio, en el orden social,  debe centrarse,  en estas línea: compromiso con el fortalecimiento de la familia para que surjan hogares sólidamente constituidos que produzcan dirigentes idóneos para conducir las comunidades dominicanas, desde los cuerpos intermedios hasta el Estado, con la capacidad para enfrentar  la tendencia a la masificación y manipulación de la sociedad  por los sectores del poder, impidiendo su participación y acentuando la brecha entre pobres y ricos.  

 

En el orden económico: una estructura tributaria que minimice el impuesto al consumo y centre las cargas impositivas en los altos niveles de ingresos y en los beneficios empresariales; y, los desembolsos,  reduciendo la nómina de empleados a las funciones necesarias al desarrollo integral, con equidad de una escala de 10 a 1  en las retribuciones;  programa de reducción de la deuda pública;  e inversión en infraestructura humana y física, reduciendo al mínimo el desperdicio de recursos incluyendo el agua lluvia, a fin de optimizar los resultados.  Para todo esto, pongo a la disposición mis libros, especialmente “Equidad integral”.

 

EN RESUMEN,

A propuesta como la nuestra le llaman utopía y algunos hasta se burlan de esto, porque dicen que no es realista. Mi experiencia octogenaria me permite afirmar que nada es más realista que la utopía, cuando se sueña despierto con la mente  mente fija en lo más alto y los pies bien afincados sobre la tierra; y nada más irrealizable que el pragmatismo  alimentado por el relativismo

 

Estoy convencido que nos aproximamos a la tesis de la dictadura con respaldo popular creada por el profesor Juan Bosh y que sus discípulos aunque lo disimulan la practican, envolviendo en ella apersonas  incautas,  incluso religiosas. 

 

Normalmente escribo sobre economía solidaria. Esta vez lo hago sobre la política de inspiración cristiana, procurando arrojar algo de luz en  la proximidad de un panorama  electoral oscuro.  Y lo hago en primera persona para que mi utopía no comprometa a nadie, confesando que mi única doctrina es el humanismo cristiano cuyo Maestro es Jesucristo y mi escuela la Iglesia fundada por él. 

 

Como no voy a poder librarme de la acusación de idealista utópico, presento aquí un nuevo sueño: que el Presidente Medina, por respeto al juicio de la historia, en el último momento apoye un candidato de su partido que no haya sido Presidente de la República y que la oposición se unifique en torno al  aspirante  que mejor encarne la condición de estadista;  y que las elecciones locales sean individuales aunque hayan alianzas para la segunda vuelta.

 

Publicado en la revista Amigo del Hogar, Diciembre 2015.

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