viernes, 3 de enero de 2014

LA COMUNIDAD DE LOS PRADOS:

MODELO DE CLASE MEDIA VÍCTIMA 
DE LAS GARRAS DEL PODER
Ignacio Miranda

C
on títulos similares a éste, o distintos, henos procurando dar a conocer y defender la comunidad de Los Prados, durante toda su existencia y por diversos medios.

En Los Prados, como en toda comunidad,  coexisten  valores y antivlores, riqueza y pobreza, grandeza y miseria.

A Los Prados le corresponde el honor de ser  primera urbanización dominicana financiada por el sistema mutualista de ahorros y préstamos, auspiciada por el Banco Nacional de la Vivienda (BNV).

La comunidad  fue integrada por matrimonios jóvenes, la mayoría procedentes de pueblos y, en gran medida, profesionales y técnicos. A este nivel de instrucción se sumaba un  razonable  ingreso.

A los niveles de instrucción e ingresos se sumaba el estilo de vida sencillo que, normalmente,  anima el comportamiento pueblerino. Por esto, hemos sido reiterativos en la afirmación de que Los Prados fue el modelo más perfecto de una comunidad de clase media,  caracterizada por un nivel de vida adecuado y comportamiento inclinado a la práctica de los valores de la humildad, sencillez, solidaridad, alegría, religiosidad.

En su origen, fue una comunidad muy unida. Era común que los que llegaban  fueran recibidos y acogidos por quienes los habían antecedido. Lo mismo que la costumbre pueblerina de intercambiar platos de comida. Esa práctica, aunque disminuida, aún existe, pero la unidad se ha perdido. Muy pocas casas construyeron verjas.

La comunidad comenzó, con muy pocos vecinos, en 1966. A mediado de 1967,   el único teléfono que existía en la comunidad era el de nuestra casa, por ser el mismo dígito de nuestra residencia anterior y todavía la compañía constructora no lograba que Codetel hicieran las instalaciones. Era, en realidad el teléfono de toda la comunidad, que aún era pequeña, pero servíamos con gran satisfacción. Así era nuestra comunidad. Ya todo ha cambiado, aunque nos satisface que todavía en el 2009, muchos de los que se han ido a otras urbanizaciones llegan nuestra casa como si fuera la suya.  

MISERIA

L
a miseria que ha padecido, y padece hoy, la comunidad de Los Prados, no es de naturaleza material. Se trata de la opresión procedente del abuso de poder político y económico. Lamentablemente en nuestro país aún no tenemos la dicha de superar la situación que hemos denunciado en otras ocasiones: nos oprime una dictadura económica con respaldo político. Más aún, percibimos que esta opresión se incrementa. Y Los Prados, no solo no es una excepción, sino que, como la clase media es la más oprimida, nos toca con más fuerza.

Ponemos un par de ejemplos a modo de reflexión: el precio de los bienes y servicios lo mismo que sus impuesto,  se han incrementado, mientras su calidad ha bajado; a los empleados públicos se les imponen préstamos, con los cuales el Banco de Reservas, exhibe grandes ganancias, mientras a los poderosos se les otorgan exenciones y facilidades.

 Hasta la UASD, con su discurso  revolucionario, pero en la práctica acomodada al statu quo, le hace imposiciones de este tipo a sus servidores: “un préstamo navideño”, para no tomarlo, es necesario llenar ciertos requisitos, porque lo automático es que se le asigne. Esto permite incrementar las ganancias del Banco de Reservas, mientras se reduce el ingreso del trabajador, por dos vías: la tasa de interés y el abono al capital. Y lo peor es que “los catedráticos” creen que les están haciendo un favor. Así anda el país.

Manifestaciones de ese abuso de poder, en Los Prados, son los servicios, especialmente de electricidad, de tan de baja calidad como de altos precios; la instalación de empresas generadoras de contaminación ambiental tanto física como socialmente, bajo la mirada indiferente y, muchas veces, cómplice de los funcionarios públicos, cuya legitimidad radica en servir al bien común.

Esas empresas contaminadoras de la comunidad, como distribuidoras de vehículos (dealer), plantas eléctricas, etc. no afectan en nada a sus empresarios puesto que éstos no son residentes en la comunidad.

Algunas de estas empresas tiran basura y gases a las calles y alcantarillado, llenando de toxicidad a la comunidad e impidiendo la circulación del agua de lluvia.

Existen negocios que introducen patanas que, con frecuencia  derriban los cables de instalaciones de los servicios, provocando precariedades innecesarias a la comunidad.

Negocios y rentistas, sin parqueos,  son motivos de estacionamiento de vehículos que provocan molestias y contaminación a la comunidad.

Durante este año, ha habido algunos movimientos combinados entre las juntas de vecinos, el Ayuntamiento y el Ministerio de Obras Públicas y un gran soporte de medios de comunicación, muy especialmente de El Caribe, reconociendo el peligro que corre la urbanización con la construcción de edificios en un lugar residencial concebido para no más de dos niveles.

Sobre lo dicho anteriormente, en el discurso, se ha reconocido el problema. Pero un indicador muy negativo es que mientras los funcionarios  reconocen que para construir edificaciones de más de dos niveles es necesario hacer los estudios de suelo y desagües correspondientes, se sigue construyendo sin haberlos hecho.

CENTRO CÍVICO

E
l peor abuso de poder fue el despojo del solar donde sería construido el Centro Cívico Los Prados destinado a servicios comunitarios, parque de recreo y área verde con que fue ofertado el proyecto Los Prados, concebido como modelo no solo para el país, sino internacionalmente. En esa área se construirían oficinas destinadas a servicios públicos como:   impuestos internos, Cédula, Correos, Policía, Bomberos;   biblioteca, teatro, salón multiuso, cooperativa, sala de ejercicio físico, andén para ancianos, etc.

EN SÍNTESIS, la Gente que vino a formar Los Prados,  como también muchos que nacieron en esta urbanización, han contribuido decisivamente al nivel de desarrollo en que vive el país con sus aportes académicos, profesionales, empresariales, y de otras diversas naturalezas.

Aunque las elecciones están lejos, se observan movimientos de campañas políticas. Los aspirantes a cargos, sobre  por ésta comunidad, deberían tomar en cuenta el valor del voto. Igualmente la comunidad reflexionar en el sentido de que derechos y deberes son conceptos recíprocos.

Aún queda abierta la esperanza de que se le haga justicia, pero también de que,  en reciprocidad al cumplimiento de sus deberes, la comunidad se una para reclamar severamente sus derechos.

(Artículo publicado en la edición Octubre - Diciembre de la Revista "Humanismo Integral")

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