Ignacio Miranda
Desde 1946,
cooperativismo es una palabra bastante conocida en nuestro país. A partir de ese
año, cada cierto tiempo, su uso se hace
más, o menos, frecuente, dependiendo, en gran medida, del comportamiento de los
conductores de la sociedad.
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Hasta la década
de los 60 del siglo recién pasado, fue la Iglesia Católica la que difundía sus
valores y principios y, al mismo tiempo, promovía sus estructuras de
participación.
Valor, principio
y estructura de participación, son criterios que sirven de base fundamental al cooperativismo. Nos parece conveniente, algunas ideas
previas sobre estos conceptos.
Valor es el criterio esencial de cada ser
concreto o abstracto; principio es
la norma que regula el comportamiento. Los valores y principios son discursos
que solo producen frutos cuando se convierten en virtudes encarnadas en los conductores de las estructuras de participación.
Sería bueno que
la gente se preguntara: ¿por qué razón tantos bellos discursos sobre valores y
principios no se convierten en realizaciones tangibles?.
Podrían haber
varias respuestas: ignorancia, mala fe, manipulación de los sectores de poder
para masificar a la mayoría de la población y convertirla en conglomerados que
les impida organizarse en estructuras de
participación decisoria y receptora, capaz de practicar la justicia conmutativa
mediante la cual se eduquen para ejercer
el cumplimiento de sus deberes y a reclamo de sus derechos.
COOPERATIVISMO
El
cooperativismo se ha hecho muy popular,
últimamente, en gran medida, porque el Presidente Medina ha manifestado su
apoyo a este sistema.
Muchas personas
e instituciones favorecen el cooperativismo, algunas se expresan en su contra,
otras lo combaten con palabras o hechos y, algunas, lo contaminan desde dentro.
Por lo dicho
anteriormente, quiero expresar nuestra opinión, con el único interés de
cooperar con el desarrollo integral del país, reiterando mi firme convicción de
más de medio siglo, en el sentido de que
el cooperativismo enriquece a todos y no
empobrece a nadie.
El cooperativismo es el tipo de sistema de economía
solidaria de mayor tradición y práctica en todo el mundo.
Todo sistema de
economía solidaria se fundamenta en que los agentes económicos
involucrados, son personas comprometidas
con una estructura empresarial de participación, que tiene por objetivo
fundamental elevar la calidad de vida personal y socialmente, valorando a la
persona sobre el capital y anteponiendo el bien común a los intereses
particulares.
PRIMACÍA DE LA
PERSONA significa que el ser humano tiene un valor absoluto, mientras las
cosas, por ser solo materia, son limitadas en su contenido, tiempo, espacio.
Por tal motivo, al valorar a la persona por lo que es, y no por lo que posee o
aparenta, en la participación decisoria, cada socio tendrá un voto, no importa
lo alto o bajo de su inversión
Las líneas que sirven de parámetro para establecer
la identidad del cooperativismo son, esencialmente, esfuerzo propio, cooperación comunitaria,
participación en las utilidades según el esfuerzo personal reparto de los
excedentes en proporción al patrocinio o esfuerzo personal.
ESFUERZO PROPIO
significa, principalmente, que para entrar como socio de una cooperativa, la
persona tiene que practicar el valor de la austeridad como fundamento del
ahorro que lo hace propietario personal y comunitario.
Cuando una
persona ahorra, por pequeña que sea la suma, por ejemplo RD$500, ya es un
propietario. Si se junta con otras 99 personas que disponen, en promedio, un valor
similar a ese, entonces la comunidad posee unos RD$50,000, partiendo del principio
de que muchos poco hacen un mucho que
usado de manera solidaria conduce al bien común.
Manteniendo ese
mismo ritmo de ahorro, al cumplirse el
primer año, la comunidad tendría una
propiedad del orden de medio millón de
pesos, y, cada persona, más o menos RD$5, 000. Y si esa, y muchas otras
comunidades hacen lo mismo, entonces los recursos podrían ser invertidos, en
un proceso dinámico generador de empleo
y productos.
El financiamiento de la inversión con recursos
propios, permite que la empresa baje los costos de producción, incremente la
productividad, la competitividad y los beneficios.
Al
contrario, el financiamiento externo, en
caso en que se consiga, estaría condicionado
por el comportamiento financiero del mercado, que, por regla general, prestan a quienes
tienen solvencia económica. En caso de
obtenerse el crédito, de todos modos, se eleva el costo de producción y
disminuye la productividad, la competitividad y los beneficios.
En el sistema
cooperativo, los dividendos, son repartidos según el esfuerzo realizado y no al
capital aportado, si bien éste siempre tendrá el pago del interés en proporcional
a la suma invertida.
En síntesis,
siendo el cooperativismo una variable económica del humanismo, el éxito de sus
programas depende la profundidad con que sea enseñado, estudiado, difundido y
practicado. Así lo entendieron los pioneros de Rochdale, estableciendo, entre sus principios
normativos, la “educación continua”.
En nuestro caso,
la ley 28, del 23 de Octubre de 1963, establece la obligatoriedad de la
enseñanza del cooperativismo a nivel del 8º curso de primaria y 3º de
bachillerato.
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