Ignacio Miranda
L
|
a libertad la
entendemos como la capacidad de cada persona humana para dirigirse a sí misma.
El grado de la
libertad está determinado, objetivamente,
por la proporción en la participación, tanto decisoria como receptora
cada persona, en las riquezas físicas, culturales y espirituales de la sociedad
a la que pertenece.
Lo dicho más
arriba constituyen reiteraciones de unas enseñanzas, más aprendida en la
escuela de la vida que en las instituciones académicas, que como han sido
útiles muy útiles para mí, quiero compartir con nuestros lectores.
Una variable fundamental de la riqueza física es la
propiedad, que asegura los recursos
necesarios para que la persona pueda satisfacer las necesidades reales que
elevan su calidad de vida al nivel que
le permitan vivir dignamente.
Somos
reiterativos al afirmar que el ahorro es liberador porque da seguridad a la
persona a partir de la adquisición de una propiedad que sirve de medio a la
satisfacción de las necesidades reales. E
insistimos, en que para practicar
el ahorro es necesario ser austero.
La economía
solidaria requiere también de valentía para enfrentar sus múltiples
adversarios, comenzando por el juego de azar.
Noticias señalan
que los dominicanos gastan en juegos de azar RD$100 millones diarios. Esas son
estadísticas más o menos verificadas. Y hay que preguntar: ¿y a cuánto
ascenderá la suma de lo que no se verifica?
Al juego de azar
sigue el vicio, incluyendo el consumismo y la envidia por poseer lo que otros tienen,
sin tomar en cuenta la diferencia en el nivel de ingresos, se continúa por el
préstamo usurero y el “fiao”, incluyendo la tarjeta de crédito.
También es
opresor de la persona la especulación comercial y el impuesto al consumo. Ambos
disminuyen el poder adquisitivo del consumidor, que somos todas las personas
desde su concepción hasta el fin de su existencia biológica.
La economía
solidaria es liberadora tanto por su naturaleza como por su fin.
Por su naturaleza, el esfuerzo propio para
practicar el ahorro, tiene su raíz en la austeridad.
Queremos invitar
a nuestros lectores a restaurar el concepto de austeridad a partir del valor de
la libertad. Este comportamiento nos llevaría a
superar la idea superficial de identificar austeridad con crisis.
La crisis es una situación extrema que nos llevaría
a racionar el consumo de los bienes,
que no es lo mismo que el uso racional de todo recurso, como expresión
esencial de la economía que es, en definitiva la austeridad.
La austeridad consiste, en usar en todo momento y
lugar, los recursos disponibles, orientados a satisfacer las necesidades reales, que elevan la
calidad de vida; al mismo tiempo que se
prescinde del disfrute de carencias ficticias que, tienden a empobrecer, no
solo en el orden económico, sino también
moral.
El comportamiento austero no puede asumirse por imposición; es la manifestación
del valor de la libertad existencial que encarna la persona.
Por su fin, el objetivo de la economía solidaria
es elevar la calidad de de todos y cada uno de
los miembros de una empresa de economía solidaria.
El
cooperativismo, como expresión más conocida de la economía solidaria, se enraizó en nuestro país a partir de la
semana social celebrada del lunes 3 al sábado 8 de febrero de 1947, y consecuentemente
en el primer trimestre del año, en que se ubican tanto el Tiempo de Cuaresma
como el Mes de la Patria.
Es fundamental
para dinamizar un proceso de desarrollo de una empresa de economía solidaria,
una estructura de participación previa, tanto en el orden funcional como
territorial, que facilite el vínculo, para el encuentro periódico; la educación integral, incluyendo instrucción
continua, conducta moral, experiencia.
En definitiva, la economía solidaria, tiene su raíz en el valor de la libertad que
induce a la persona a elevar la calidad de vida, de manera integral, mediante
el esfuerzo personal y la cooperación comunitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.