En este trimestre,
la comunidad de Los Prados ha sido premiada con una atención especial de la
prensa escrita, en mayor proporción por El Caribe, ubicado en el sector,
destacando los males que la oprimen.
Durante cerca de medio siglo que tiene la comunidad, he
destacado los valores comunitarios de sus habitantes, poniendo énfasis en que
se trata la expresión más acabada de “clase media”, la similitud de las
características de su origen: familias integradas por matrimonios jóvenes, la
mayoría profesionales, con bastante aproximación en los niveles de ingresos, la
mayoría procedentes del interior, con su aire pueblerino alegre, solidario y
religioso y amor forestal.
Alejado de las vías de comunicación de la época, en 1964,
cuando comenzó la urbanización, solía decir: “por Los Prados no se pasa. A Los
Prados se va”. Ya la cosa no es así: vehículos pesados, incluyendo patanas y
autobuses usan Los Prados como desvío “para ganar tiempo” contaminando y poniendo
en riesgo la vida de sus moradores.
Las viviendas eran individuales y similares, de un nivel,
y el comprador se comprometía a usarla como residencia, en caso de
modificación, no podría elevarla a más de dos niveles.
Si observamos el plano original, veremos que el centro de
la urbanización había un triángulo que contenía tres solares donde se ubicarían
una Iglesia, un colegio y un centro cívico.
La prensa ha destacado los hundimientos, no solo en Los
Prados sino también en San Jerónimo y La Castellana y la comunidad debe
agradecerlo, pero hay que destacar que no es el único atropello contra una comunidad, que
merece respeto por su condición de seres humanos, sino también porque ha hecho
notable contribución al nivel de desarrollo en que se encuentra el país.
El primer atropello fue el despojo, por parte del Banco
Nacional de la Vivienda y, por tanto, del Estado, de su solar destinado al
centro cívico.
La razón de los hundimientos es que se ha ignorado las
condiciones arcillosas del terreno que no permiten edificaciones elevadas.
También hay que destacar los negocios dañinos, comenzando
por las ventas de vehículos que contaminan con su monóxido de carbono,
ocupación de aceras. A todo esto se suma la ausencia de cuartel policial, con
su consecuencia de robos, atracos. También la mala calidad y altos precios de
los servicios, comenzando por la energía eléctrica.
Son muchos y muy diversos los males que oprimen la
comunidad de Los Prados.
El comportamiento de El Caribe debe mover a otras empresas
lícitas ubicadas en el sector, a unirse a la Junta de Vecinos para sanear el
ambiente ecológico contaminado por
diversas causas físicas y sociales.
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