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l período que cubre esta edición de Humanismo Integral, Octubre-Diciembre,
es riquísimo en conmemoraciones
nacionales y universales, incluyendo Navidad, la Encarnación de Dios.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció
el 16 de Noviembre como “Día Internacional para la Tolerancia.
Usando esta fecha como motivación, escogimos el valor de la tolerancia como una invitación
a la reflexión sobre la situación de violencia que padecemos los dominicanos y,
consecuentemente, la necesidad que tenemos de restaurar la paz.
Entendemos la
tolerancia como el respeto por los criterios y las acciones ajenas que no
compartimos. Cuando las opiniones son compartidas existe
armonía y no hay razón para preocuparse.
LO QUE NO ES LA TOLERANCIA
Primero que todo, no puede ser nunca manifestación de violencia;
pero tampoco es sumisión, pasividad, consentimiento con lo que no se está de
acuerdo.
LO QUE ES LA TOLERANCIA
No violencia activa, pacifismo, diálogo, discreción. No
hablar de lo que no se sabe, no repetir lo que otros han dicho, jamás callar
cuando el silencio induce al error o la mentira.
El valor de la tolerancia tiene su raíz en el respeto a
la dignidad de todo ser humano, y parentesco con la justicia, la equidad, la caridad, y otras
variables derivadas de la persona, cuya
práctica produce la paz.
La tolerancia, al
igual que todos los valores, tiene su referente en el respeto a la dignidad de
todo ser humano, cuyo valor es tan grande que no es posible medir con
instrumento material alguno.
Esta dignidad solo se puede entender encarnado un
comportamiento que trasciende los sentidos del ver-oír-oler-gustar-palpar. Es esto lo
que llamamos espiritualidad. En nuestra sección espiritualidad encontraremos un
concepto de este valor.
Lo importante es
que entendamos que la dignidad es un valor común a toda persona humana
independientemente de las formas o categorías particulares: mujer, hombre,
niño, joven, adulto, pnegro, mulato, blanco, rico, pobre, instruido, ignorante
o cualquier otra forma que se quiera agregar.
Este concepto no solo nos libera de todo prejuicio sino
que nos lleva a la eficiencia y la eficacia de toda acción porque nos induce a
supeditar todo valor material a las personas a quienes va dirigido y, por supuesto, dando
primacía al bien común sobre los intereses particulares.
JUSTICIA Y TOLERANCIA
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usticia es el reconocimiento de lo que a cada ser humano
corresponde legítimamente, y, tarde o
temprano es tan excelsa en la premiación como severa en la sanción.
En general, la justicia tiene tres variables:
conmutativa, distributiva, social.
A nuestro entender, la que está más próxima a la
tolerancia es la conmutativa, entendida como el respeto por el compromiso
asumido o en función del respeto mutuo, generadora de los valores de deber,
derecho y autoridad.
Deber es lo que nos corresponde
practicar en función del compromiso; derecho, lo que somos acreedores a recibir. Estos
valores son complementarios y generadores de la autoridad.
La autoridad radica en el reconocimiento de quienes
participan de una función al que le toca dirigirla por los valores que encarna,
incluyendo la tolerancia y la justicia.
El cumplimiento del
deber da fuerza moral y autoridad para el reclamo de los derechos
correspondientes; quien incumple su deber, carece de moralidad y autoridad para
exigir el derecho que lo reciproca. Más aún, no es lícito reclamar de los demás
lo que no se estaría dispuesto a cumplir en condiciones similares
La equidad es la
aproximación entre polos que por su naturaleza tienden a estar en situaciones
opuestas, como deberes-derechos; retribuciones máxima-mínima. Una extensa
brecha induce al enfrentamiento; la aproximación favorece la armonía; la tolerancia aleja de
la primera y acerca a la segunda.
La caridad es una manifestación de amor que va más allá
de la justicia, y, por supuesto, contiene la tolerancia; supone una dinámica de
encuentro del que más tiene hacia el más desposeído.
La paz es el fruto
de la tolerancia. Supone armonía consigo mismo, con el prójimo, con toda la
creación y, por encima de todo, con el CREADOR.
Conviene reiterar
que la paz no es sumisión ni pasividad; es pacifismo o no violencia
activa.
A Mahatma Gandhi se le considera una de las personas que con
mayor fidelidad ha encarnado el método de la “no violencia activa”. El fue
pacifista en el discurso y en el comportamiento, desde el ayuno hasta la
práctica de consumir, en parte sus propios productos, y, en general, los de
producción nacional.
Una comunicación identifica su discurso: en carta
dirigida al virrey de la India en 1922, expresó: “Mi fe personal es cosa que
está absolutamente clara. No puedo, intencionalmente, herir a ningún ser vivo,
y menos aún a seres humanos, aunque causen el mayor perjuicio a mío o a los
míos”.
A nuestro juicio, este método de la “no violencia activa”
o pacifismo, lo fundó Jesucristo en su programa de vida del “Sermón de la
Montaña”: “Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de
Dios”. Y, que, al final de su existencia terrenal, su primera palabra fue
un culto al valor de la tolerancia:
“Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen”
ORACIÓN DE LA PAZ
San Francisco de Asís
“Señor, hazme un instrumento de tu Paz;
donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sobra, luz;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya discordia, armonía;
donde haya error, verdad.
¡Oh Divino Maestro!
Concédeme que no busque ser consolado, sino consolar.
Que no busque ser amado, sino amar.
Porque dando es como recibimos.
Perdonando es como Tú nos perdonas y
muriendo en Ti, es como nacemos a la Vida Eterna”.
(Publicado en la edición octubre - diciembre de 2012 de la revista "HUMANISMO INTEGRAL")
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