sábado, 17 de diciembre de 2011

PADRE PABLO Y LOS INICIOS DEL COOPERATIVISMO DOMINICANO - Ignacio Miranda

C
omo un aporte a nuestros lectores,  comunicamos en esta sección, la Ponencia presentada el 28.10.2011, en el acto de celebración del Mes del Cooperativismo, organizado por la Federación Dominicana de Cooperativas de Ahorro, Crédito y Servicios Múltiples

I) IDENTIDAD

El fin de este encuentro es celebrar el mes del cooperativismo dominicano y,  su objetivo principal, es destacar el aporte que ha hecho a éste el presbítero Harvey Steele,  conocido entre nosotros como el Padre Pablo.

¿Por qué Octubre es el Mes del Cooperativismo Dominicano?.

La designación de una fecha con un nombre procura hacerla  memorable por su importancia  histórica o para llamar la atención sobre  algún objetivo que se desee alcanzar.  En tal sentido, supongo que se quiere hacer memoria de importantes fechas que marcan la Historia del cooperativismo dominicano. En Octubre tenemos por lo menos tres:

El 1 de Octubre de 1946, Monseñor Ricardo Pittini, convocó a la Celebración de la Semana Social del Caribe a efectuarse del lunes 3 al sábado 8 de Febrero de l947; el 23 de Octubre de 1963, se promulga la ley 28 que declara obligatoria la enseñanza del cooperativismo en 8º Curso de Básica, 3º Curso de bachillerato y dispone que el Ministerio de Educación coordine con las universidades su enseñanza a nivel superior;  y, dos días después, el 25 de Octubre,  se promulga la ley 31 que crea el Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP).

Para entender la identidad del  Padre Pablo, a quien se le ha otorgado la paternidad  del cooperativismo dominicano, en mi opinión, es necesario partir de la convergencia de tres componentes: la Iglesia Católica, la Misión Extranjera de los Sacerdotes Scarboros  y la personalidad del Padre Pablo.

Con el Padre Pablo ocurre lo mismo que con Fray Antón de Montesino, cuyo sermón de Adviento cumple el próximo diciembre 500 años, el cual es considerado como fuente de justicia y equidad. Precisamente el  Insigne Obispo e Historiador Monseñor Antonio Camilo ha designado al Padre Pablo y su compañero Luis Quinn como nuevos Montesino.

LA IGLESIA

Tema Central de la Semana Social fue el Cooperativismo. En el evento, participó la máxima representación de la Iglesia Dominicana, comenzando por su Arzobispo Monseñor Ricardo Pittini; su Coadjutor, Monseñor Octavio Beras; y su Vicario General, Monseñor Eliseo Pérez Sánchez.

LOS SCARBOROS

La Semana Social fue organizada por el Presbítero Alphonsus Chafe (Padre Alfonso), quien ostentaba la triple función de Superior de la Misión Extranjera de los Scarboros (SFM) en el País, Párroco de Manoguayabo y Asesor Nacional de la Acción Católica.

Como  el Padre Alfonso tenía conocimientos de Cooperativismo, comenzó a predicar con el ejemplo organizando una cooperativa en su propia parroquia, dado que el tema estaba en la  agenda de la Semana Social. En efecto,  se estableció el compromiso de la promoción cooperativa como instrumento de promoción humana, y, como asesor de la Acción Católica,  entendió la necesidad de dedicar un experto a esa labor, a tiempo completo,  Y encontrándose ya en el país el Padre Pablo, fue considerado  la persona más idónea para esa función.

Conviene destacar que en  la Semana Social participaron además de la jerarquía católica y los Scarboros, también religiosos de otras congregaciones, diocesanos, y, lacios.

Entre esas congregaciones religiosas estaban los jesuitas, los salesianos. De igual manera es de justicia señalar que los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC), procedentes de la otra gran provincia canadiense de Quevec, que antecedieron a los Scarboros como misioneros en nuestro país, no solo los apoyaron siempre sino que también se incorporaron a la promoción cooperativa, cuyo ejemplo más de eficiencia más evidente es la San José.

PADRE PABLO

Harvey Steele nació  en Sydney, Nova Scotia, Canada, el 3 de Mayo de 1911; cuyos padres eran escoceses, se ordenó de sacerdote  en Mayo de 1936;  salió a misionar en China en 1938; regresó a Canadá en 1945; y llegó nuestro  país la víspera del Día de Nochebuena de 1946.

La vida del Padre Pablo fue matizada por un trabajo duro y difícil, generalmente en ambientes de guerra y dictaduras y  precariedades.

El Padre Pablo, un joven sacerdote de 35 años de edad pero con una larguísima experiencia en el trabajo socio-económico, dedicó el mejor tiempo de su existencia al cooperativismo dominicano.

Y luego de un proceso de conocimiento de la gente en las parroquias asignadas en  Monte Plata y Boyá,  comenzó su trabajo cooperativo, a mediado de 1947.

En 1948 fue requerido por su Superior para trasladarse a Santo Domingo y dedicarse a la promoción cooperativa a nivel nacional.

Conocí al Padre Pablo en 1953, siendo yo un muchacho Presidente de la acción Católica en San Cristóbal y nos sugirió asumir el cooperativismo como estilo de acción social. De esta sugerencia surgió la Cooperativa de Ahorro y Préstamo San Agustín.

Si se me pidiera una autodefinición, diría que soy maestro. Los maestros practicamos constantemente las definiciones. En mi larga carrera de maestro, he tenido que definir muchas cosas.

Ahora me corresponde definir al Padre Pablo Steele. Podría decir que   es un maestro de educación  en valores orientados a la creación de infraestructuras de participación para el desarrollo integral, usando la estrategia preferencial de iniciar por organismos existentes.

 La educación es un saber integral que incluye instrucción, práctica, actualización, programación, ética.

Medios fundamentales de la educación, son la escuela, el libro,  la pedagogía,  el estilo de vida. El Padre Pablo llenó con creces estos medios

Taller, círculos de estudio, estudio de casos, fueron prácticas pedagógicas usadas por el Padre Pablo

Valor es la esencia de todo ser que se enraíza en principios, definidos como las normas fundamentales que rigen la convivencia humana, cuyos frutos solo pueden cosecharse mediante la virtud que es la práctica del valor, los principios.

El Padre Pablo asumió una educación en valores encarnando el estilo recomendado por Santiago Apóstol, comunicado en el Capítulo III de su Carta: “…el saber que baja de lo alto es,  ante todo, límpido y luego apacible, comprensivo y abierto, rebosa buen corazón y buenos frutos, no hace discriminaciones ni es fingido”.

Sus enseñanzas estaban se fundamentaban en la búsqueda de la justicia social que contiene el reconocimiento de lo que a cada uno corresponde legítimamente en función de su dignidad humana, y  la participación de todos los miembros de la sociedad en todas las riquezas económicas, culturales y espirituales de ésta, en proporción al esfuerzo personal.

Valor derivado de la justicia es la equidad que consiste en la aproximación de los polos opuestos que, en la economía sería: ingresos máximo y mínimo, precio y costo, tasas de interés activa y pasiva.

En la búsqueda de la justicia y la equidad,  el Padre Pablo enseñó,  como instrucción y como estilo de vida, los valores de la austeridad y el ahorro.

Fue tan austero y discreto como enérgico no solo frente a lo que enseñaba a los demás sino también en su estilo de vida en lo que decía pero también en lo que hacía.  El voto de pobreza para él no era una promeso sino que lo encarnaba: jamás compitió en presumir de lo que sabía, como vestía, la habitación en que vía o la cama en que dormía.

El eje central de su enseñanza fue la educación en el valor del ahorro.

Las estructuras predilectas de participación fueron las cooperativas y la familia,  porque entendió que ambas se complementan. Es la familia, como célula vital de la sociedad, donde se aprende  la virtud del ahorro. Por eso como las cooperativas eran, sobre todo “cosas de hombres”, les enseñó la importancia del comportamiento orientado a la formación de hogares sólidamente constituidos por el respeto mutuo.

Su estrategia de promoción consistió en ir, en primer lugar a las estructuras parroquiales, usando un criterio fundamental del cooperativismo, válido para aquella época como para hoy día,  que es el vínculo.

EN SÍNTEEIS:

Siempre existe la preocupación de qué pasará después que muere un líder.  No solo ha muerto el Padre Pablo, sino que los Scarboros son una especie de elevado valor, en extinción.  El Padre Pablo, a más de doce años de su fallecimiento nos da la respuesta. Si un líder encarna un pensamiento, su acción trascenderá a su muerte. Esto así,  porque su escuela genera un magisterio y un discipulado que se convierten en una eterna dinámica de   pensamiento y acción.

La familia y el cooperativismo fueron los  cuerpos intermedios preferidos por el Padre Pablo para promover la justicia social par la que consagró toda su existencia.

Comprendió que la familia y la economía tienen una relación muy estrecha. Y tiene toda la razón. Más aún, la etimología de economía sugiere la correcta administración del hogar. Y es que en el hogar es donde se aprenden los valores de la austeridad y el ahorro, fundamentos de la inversión, la producción y el consumo racional.

Lo anteriormente,  es la base del cooperativismo, tanto en el pasado como en el presente,  cuyo objetivo es elevar el nivel de vida de los socios de una cooperativa mediante “la ayuda mutua y el esfuerzo, que yo prefiero invertir  los términos esfuerzo personal  cooperación comunitaria, porque la persona que quiere progresar la comunidad debe cooperar para que alcance sus legítimas aspiraciones.

El Padre Pablo vivirá siempre porque está encarnado en las obras que dejó escrita, muy especialmente su autobiografía titulada VIEJO REBELDE QUERIDO, con un subtitulo que enseña y traduce su identidad,  más que el propio título: La lucha de un sacerdote por la justicia social, publicado por los misioneros del Sagrado Corazón, después de su muerte, que recomiendo su estudio no solo como la biografía del Padre Pablo sino como un valioso tratado de sociología e historia dominicanos.

También será dado do a conocer por las instituciones que estudian, enseñan y difunden la economía  la economía solidaria y las personas que la encarnan.

Por supuesto que, si queremos que el esfuerzo del Padre Pablo siga viviendo en nuestro país,  y el cooperativismo se convierta en el medio más eficaz de desarrollo,  creo firmemente, que debemos partir de tres criterios esenciales: conocer el valor del ahorro, enseñar a ahorrar,  por principio;  y,  practicar el ahorro como virtud.

Creo también que es necesario enseñar que,   en las cooperativas, para que  el sea un instrumento para hacerse propietario,  y no un medio de endeudamiento, salvo que la deuda se convierta en inversión o en incremento del ingreso,  como cuando se usa para saldar  una deuda usurera. En todo caso, se debe  partir  del criterio de que las posesiones son medios de liberación mientras las deudas son instrumento de opresión.

El anhelo del Padre Pablo será siempre una realidad si las cooperativas, o programas de consumo,  en comunidades funcionales, territoriales, públicas y privadas, son  auténticos medios para elevar el poder adquisitivo, proporcionando a los socios artículos de consumo diario a precios equitativos.

En definitiva,  que el cooperativismo, como máxima expresión de la economía solidaria, restaure  el  estilo original de esta ciencia humanística  basado en el trabajo y la equidad, reemplazando el actual modelo monetarista, que induce al dinero fácil, rápido y mucho, sin escatimar los medios,  aún cuando sea la pérdida de la dignidad personal.

Esta propuesta debe comenzar por una coordinación del Ministerio de Educción, el IDECOOP y el movimiento cooperativo organizado, para poner en práctica la ley 28 que consagración la enseñanza del cooperativismo y que, significa la mejor educación en los valores de la convivencia humana, la cual vale mucho y cuesta poco.

Creemos que el cooperativismo es la forma de economía solidaria más conocida universalmente, y el modelo económico que, aplicado con fidelidad a sus valores, principios y virtudes,   sacaría a nuestro país, y, al mundo, de la crisis que vivimos, producto del individualismo, la especulación financiera y la búsqueda del dinero fácil, rápido y mucho, sacrificando la dignidad

La Fundación Humanismo Integral (FHI) como expresión de su  compromiso con el desarrollo integral, a partir del humanismo cristiano, y firmemente convencidos como estamos de que toda expresión de la economía solidaria no empobrece a nadie,  y sí enriquece a todos, por su fundamento de esfuerzo personal y cooperación comunitaria,  está dispuesta a colaborar con cualquier agente económico que desee unir esfuerzo en busca del bien común, a partir de la práctica de la justicia como semilla generadora de la paz.

La fortaleza de la economía solidaria radica en su espiritualidad fundamenta en la lección contenida en el capítulo IV del Libro de los Hechos de los Apóstoles: “En el grupo de los creyentes todo pensaban y sentían lo mismo; lo poseían todo en común y nadie consideraba suyo nada de lo tenía... eran muy bien mirados porque entre ellos ninguno pasaba necesidad”.  

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