sábado, 17 de diciembre de 2011

Cincuenta Años del Socialcristianismo Dominicano - Ignacio Miranda


CINCUENTA AÑOS DEL SOCIAL-CRISTIANISMO DOMINICANO
Ignacio Miranda

L
a Fundación Humanismo Integral (FHI) ha sido definida como una institución política no partidista, cuyo objetivo fundamental es procurar el desarrollo integral del país, asumiendo la espiritualidad de la dimensión social del Evangelio, comprometiéndose a  estudiarla, enseñarla, difundirla  y practicarla,  priorizando cuatro líneas fundamentales de acción: identidad nacional, integración a partir de la familia, economía solidaria, ecología integral.

Una vez más, señalamos que, la riqueza histórica de nuestro país es tan grande que cualquier día es motivo para traer a la memoria algún hecho relevante y la heroicidad de protagonista dignos hijos de nuestra Nación que encarnan la identidad nacional.

Tenemos la firme certeza, en sintonía con nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte,  de que nuestra identidad finca sus raíces más profundas en la Trinidad de Dios, Doctrina asumida por la Escuela del Humanismo Cristiano y encarnada por su Maestro Jesucristo.

Es por eso que, como bien enseña nuestra Historia, si bien nos han perseguido  los antivalores de la infidelidad, la opresión y la traición, de sus raíces brotarán siempre retoños restauradores.

Este trimestre no puede ser una excepción. El año culmina con  Navidad, el nacimiento de Jesucristo, eje central de  la Historia de la humanidad: aún los que se denominan ateos, proclaman: AC y DC (antes de Cristo y después de Cristo).

Invitamos a nuestros lectores a meditar sobre cada una de las fechas que insertamos, sin excluir otras que no hemos señalado. De nuestra parte, escogemos el 29 de Noviembre, fecha en que se cumplen los 50 años de la Fundación del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC).

Esta selección tiene varias razones. La primera, porque, lamentablemente, muchos hechos históricos, cuyos conocimientos contienen soluciones a grandes problemas de la humanidad, se pierden con el tiempo por no contar  con el apoyo del poder y de los poderosos.

Entre otros muchos motivos, están: el aporte hecho al desarrollo integral dominicano, incluida la educación en los valores de la convivencia social,  libertad, democracia,  justicia, la paz, solidaridad, equidad, tolerancia, institucionalidad, para  citar algunos.

En la Historia de la Liberación, se ha hecho una costumbre celebrar un Año Jubilar, cada cincuentenario, comenzando el año anterior y culminando al cumplirse los cincuenta años.

Asumiendo esa tradición, dada nuestra espiritualidad, para este mismo período, el año pasado publicamos, en esta misma sección, el trabajo titulado: JUBILEO DEL SOCIALCRISTIANISMO DOMINICANO.  De modo que, este artículo, en cierto modo, está en sintonía con el anterior, y consecuentemente, sería conveniente que nuestros lectores los cotejen.

Lo expuesto el año pasado, lo mismo que lo de ahora, es expresión de mi experiencia personal.

El Partido Revolucionario Social Cristiano fue la más rica escuela de formación en los valores del humanismo cristiano de la República Dominicana, por su amplitud, apertura, difusión y práctica, que se encarnó en un liderazgo. Y aunque haya desaparecido partido, su ideología sigue existiendo  en las mentes,   los sentimientos y las acciones  de  personas que sirven a la sociedad dominicana en todas las estructuras académicas, sociales, culturales, políticas y económicas de nuestra Nación.

La integración del Partido Revolucionario Social Cristiano fue producto de la convergencia de muchos jóvenes formados en los valores del humanismo cristianos en grupos eclesiales como la
Acción Católica, la Congregación Mariana, los Cursillos Sociales, la Juventud Obrera Católica, para citar  grupos pastorales que encabezaban a muchos otros, caracterizados por excelentes programas de formación en la Doctrina Social de la Iglesia, asesorados  por sacerdotes que entendían la importancia de un liderazgo democrático.

Estos jóvenes,  procedentes de grupos religiosos,  entraron en contacto con líderes que habían enfrentado la dictadura trujillista desde el país y desde el exilio.

El Asesor de la Acción Católica lo era el Padre Marcial Silva, joven y dinámico sacerdote egresado de Lovaina, universidad belga escogida por la Iglesia como depositaria de su Doctrina Social.

La Congregación Mariana la asesoraba el Padre Manuel González Quevedo, sacerdote jesuita, hombre visionario, que comenzó a organizar un instituto secular, el hoy Instituto Secular Nuestra Señora de La Altagracia, pero sus inquietudes estaban más bien centradas en la formación de un liderazgo laico capaz de asumir la conducción del país a la caída de la “Era de Trujillo”.

Los Cursillos Sociales los encabezaba Francisco José Arnáiz,SJ,  con la colaboración de los también jesuitas José Llorente y Carlos Benavides Cerezo.

Los que teníamos vocación para dirigir recibimos instrucciones especiales: Arnáiz,  nos enseñaba Doctrina Social de la Iglesia;  Benavides, Marxismo y Doctrina Sociales Comparadas; y, Llorente, Economía Solidaria, con énfasis en el cooperativismo. A mí me honraron incorporándome al equipo de formadores de los Cursillos Sociales.

El Partido Revolucionario Social Cristiano se lanzó a la opinión pública dominicana, el 29 de Noviembre de 1961, con un  Documento Contentivo de su Declaración de Principios, firmado por un Comité Gestor encabezado por  Alfonso Moreno, Guido D,Alessandro Tavárez y Mario Read Vittini, en una manifestación multitudinaria organizada por jóvenes procedentes de los diversos grupos de inspiración cristiana,  que promediábamos alrededor de 25 años de edad.

El lema del Partido fue “Partido fue Justicia Social con Libertad”, identificando una “Tercera Posición”, equidistante del “liberalismo que ofrece la libertad de la sardina y el tiburón” y del “socialismo marxista que practicaba la justicia del cerdo”.

Este lema de justicia social con libertad llevado al pensamiento y la acción, dinamizó el partido que acogió no solo a personas procedentes de grupos apostólicos, sino que su apertura se extendió a todo quien se sentía representado en una acción política basada en los valores de la justicia y la libertad. De hecho, la Declaración de Principios establecía una apertura toral, oponiéndose a cualquier tipo de discriminación. La única exigencia era la creencia en nuestros valores. De hecho, tanto en el Comité Ejecutivo Nacional, como a nivel local, hubo siempre personas no católicas. Cito específicamente a Manuel Alsina Puello y a Julio Alberto Guerrero.

La estructura inicial contenía un equipo interdisciplinario. Para citar las principales áreas de trabajo, equipos encabezados por: Leonel Rodríguez y yo, Organización y Doctrina; Julio Cross Beras,  Prensa;  Nobel Alfonso y  Yaquy Núñez, Radio; Josefina Padilla, Frente Femenino; Caonabo  Javier, Juventud.   

Es de justicia reconocer a dos personas, que fueron claves en el proceso de gestación del partido: El Padre Marcial Silva, que siendo asesor de la Acción Católica, y siguiendo una tradición de sacerdotes que,  sin faltar a la fidelidad  a su sacerdocio ministerial, se comprometieron en la formación y la orientación moral y religiosa de personas con vocación para ejercer la política; y la otra, Guido (Yuyo) D,Alessandro, que tenía un triple vínculo que facilitaron el proceso: religioso, empresarial, y la democracia cristiana italiana.

Marcial, egresado de Lovaina y conductor de la juventud católica;  y,  Yuyo, tenían en común dos cualidades: el dinamismo y la juventud, aún no habían cumplido los 30 años.

En el Caso de la Democracia Cristiana italiana es bueno destacar que el Padre Luigi Sturzo, sin descender al plano partidista, es el verdadero gestor del Partido Demócrata Cristiano Italiano, que originalmente recibía el nombre de Partido Popular.

Más aún, el Padre Juan Bautista Montini, que andando el tiempo se convirtió en el Papa Pablo VI, dirigió una casa de formación política.

En Puebla, Documento que resuma las Conclusiones de la  III Conferencia Episcopal Latinoamericana, de grata recordación para el pueblo dominicano puesto que en el trayecto, el Papa Juan Pablo II visitó a nuestro país, siendo su primera salida fuera de Roma, en sus número 524 y siguientes señala:  

“La política partidista es el campo propio de los laicos (…)  El laico encuentra en la enseñanza social de la Iglesia los criterios adecuados, a la luz de la visión cristiana del hombre. Por su parte, la Jerarquía le otorgará su solidaridad, favoreciendo su formación y su vida espiritual y estimulándolo en su creatividad para que busque opciones cada vez más conformes con el bien común y las necesidades de los más débiles (…)  Los Pastores, por el contrario, puesto que deben preocuparse de la unidad, se despojarán de toda ideología político-partidista que pueda condicionar sus criterios y actitudes”.

Escapa a la capacidad de esta sección presentar la Historia del Partido Social. Estimulamos a periodistas, historiadores e intelectuales, a hurgar en la Historia de los partidos políticos  a partir de la caída del régimen trujillista, para que, animados por los valores de la objetividad y la moral profesional, comuniquen, especialmente a la juventud, el comportamiento institucional y personal de la actividad política, con miras a un futuro cercano de una conducción digna de nuestra identidad nacional.

Por ahora, señalo que el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) más que una entidad política fue una Escuela de Instrucción para el desarrollo integral dominicano y orientación para un ejerció político auténticamente democrático, fundamentado en el valor esencial de la democracia, que es la libertad.

Lamentablemente,  las siglas PRSC, a partir de 1982, comenzaron un proceso de contaminación que culminó con la absorción del Partido Revolucionario Social Cristiano por el Partido Reformista. Unos “genios políticos” concibieron la desafortunada idea anexar al Partido Reformista las dos últimas palabras del Revolucionario Social Cristiano, conservando las siglas.

Por ahora,  para ir abriendo la brecha  de la Historia del original PRSC, como expresión del partidismo a partir de la caída de Trujillo,  de los tres partidos que alcanzaron la mayor votación el 20 de Diciembre de 1962, fue el segundo  en ser reconocido por la JCE,  el 15 de Junio de 1962.  Anteriormente había sido reconocido el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el 22 de Marzo de 1962; y, Unión Cívica Nacional (UCN), 26 de Junio de 1962.

Como magisterio social, fue escuela de instrucción y acción en  la promoción de los cuerpos intermedios, no como  manipulación del poder, sino como la participación receptora y decisoria de las personas en todas las riquezas e instituciones de la sociedad, comenzando por los sindicatos, ligas agrarias, cooperativas, juntas de vecinos, asociaciones, hasta llegar a los más altos niveles municipales y nacionales, según la capacidad personal, independientemente del sexo, color, posición económica, o cualquier otra forma de categoría.

Como escuela de instrucción política, desde el principio no solo se dispuso de equipo de formación que se desplazaba por todo el país, sino que cada local, incluyendo la casa nacional, eran escuelas permanentes, a partir de ahí, el proselitismo se hacía básicamente persona a persona. También se estableció una escuela de formación con el fin específico de la instrucción.

En el orden externo, estábamos vinculados a dos universidades itinerantes latinoamericanas: una en Venezuela, el Instituto de Formación Demócrata Cristiana (IFEDEC, y otra, en Chile, el Centro para el Desarrollo Económico y Social de América Latina (DESAL).

El IFEDEC, estaba dirigido por el eminente humanista, filósofo, jurista, sociólogo, politólogo, académico, diplomático, maestro, Arístides Calvani y
DESAL  conducido por otra persona de cualidades similares, el Arquitecto Ramón Venegas.

 IFEDEC dedicado a la formación política humanista integral, tanto e n instrucción básica como en formación especializada. De su parte, el DESAL formaba en promoción popular para la conducción de  los cuerpos intermedios de la sociedad.

Numerosos dominicanos nos formamos en una  o ambas universidades que usaban la metodología de “estudios concentrados”.

Calvani y Venegas son dos ejemplos evidentes que la sabiduría y la santidad, lejos de ser incompatibles, son dos caras del humanismo integral

En el orden político, los programas de gobierno y las propuestas para el ejerció de una democracia real, y la conducta ejemplar, fueron la imagen de la política de inspiración cristiana presentada por el Partido Revolucionario Social Cristiano.

Los socialcristianos predicamos con el ejemplo que las candidaturas se promueven a partir de un programa en el que el candidato presente su comportamiento en las en sintonía con las experiencias de funciones desempeñadas, y no basada en el dinero o astucias mercadológicas.

Los socialcristianos convertimos en propuestas los planes y programas de Gobierno que elaboramos para cada campaña electoral, a fin de que cualquier partido pudiera asumirlos en función del bien común.

Andando el tiempo, muchas de las propuestas nuestras ha n sido recogidas, como elecciones separadas y representación proporcional.  Lamentablemente, ambos avances democráticos han sido manipulados y retrocedidos.

Otras propuestas que hemos entendido como fundamentales para el ejercicio democrático, no han sido tomadas en cuenta, como: senaduría vitalicia para los expresidentes, diputación vitalicia para los exvicepresidentes y elevación  al senado y la cámara de diputados, por cooptación,  para los candidatos de partidos que obtengan más del 5% de votación; 1% de miembros reales para el reconocimiento; pérdida de reconocimiento de los partidos que no obtengan un 5% aunque vayan aliados.

Como ejemplo de ejercicio democrático, podemos presentar que el Partido revolucionario Social Cristiano, el primero, en las primeras elecciones democráticas de historia política contemporánea, en llevar como candidata a la vicepresidencia de la República, a una mujer, no para llenar un requisito legalista cuantitativo, sino por la cualificación de su capacidad intelectual, su experiencia política, su identidad nacional, su compromiso ideológico y sus prendas morales: la Doctora Josefina Padilla viuda Sánchez.

¿En qué fallamos?. Creo, a partir de mi experiencia personal,  que ha habido dos razones fundamentales. Una que ha acompañado al cristianismo en toda su historia: la infidelidad de los “lobos con pieles de ovejas” unida a la ingenuidad de personas de buena voluntad a quienes les faltó la “mansedumbre de la paloma combinada con la astucia de la serpiente”. Ambas líneas pedagógica fueron enseñadas por Jesucristo; la segunda, la prisa de algunos por arribar al poder con la supuesta pretensión de practicar,  desde arriba los anhelos de justicia, cayendo en la trampa maquiavélica de que “el fin justifica los medios”, olvidándose del principio cristiano de que “los medios deben estar  en proporción con el fin”.

Por otro lado, algunos, presumiendo de revolucionarios, se dejaron envolver de una atmósfera anticlerical, creando los epítetos de “línea blanda” y “línea dura”, proclamando la absurda  incompatibilidad entre el comportamiento religioso y la conducta “revolucionaria; al otro extremo, se ubicaron algunos que pretendían el divorcio entre democracia y la práctica religiosa.

A todos estos fallos, se une  una cultura despótica que fomenta el culto al poder y al tener, real o aparente, con su secuela de sumisión y adulación a los que presumen de encumbrados, mientras se oprime a los más débiles, incluyendo a quienes por ser fieles  a sus valores de personas libres y liberadoras  prefieren la muerte a la traición.

Aún quedan algunos de esas confusiones, las más comunes: “la Iglesia no hace nada”, llamando en tono despectivo “curita” o “monseñor”, a  laicos que viven su fe siendo fieles a su religión, su cónyuge, su familia, su laboriosidad, y, en fin respetuoso de los valores esenciales del humanismo cristiano.

¿Qué hace falta ahora?.  Creo que se requiere que algunos maestros, asimilando las lecciones de la Historia de la humanidad, enseñemos, no solo con el discurso, sino, sobre todo, con el testimonio de vida, las experiencias negativas y positivas, orientando el comportamiento a la corrección de los errores y a la ratificación de los aciertos.

En segundo término, crear vías de encuentro en base al criterio unidad-diversidad, para que,  animados por los valores esenciales que compartimos, cada quien desde su cotidianidad, asuma un plan de acción en sintonía con otras personas y estructuras que participen del humanismo integral, asumiendo el compromiso de trabajar juntos en las líneas que nos unen,  dejando de lado las que nos separen.   

Las estructuras pueden derribarse pero el humanismo cristiano tiene la capacidad de restaurarla aunque con diferentes nombres pero con los fines de un desarrollo integral, personal y social, porque tal como enseña San Pablo en el Capítulo XIII de su Carta a los Hebreos,  “Jesús Mesías  es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre”.

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