PLEGARIA POR UNAS ELECCIONES TRANSPARENTES
Ignacio Miranda
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iendo Humanismo Integral una revista trimestral, este será el último número antes de las elecciones presidenciales.
Invitamos, más bien imploramos, por unas elecciones transparentes, en sintonía con el discurso que caracteriza a este Gobierno.
Ya es poco el tiempo que queda para corregir errores. Pero nunca es tarde para iniciar un proceso de cambio con miras a un futuro mejor.
Sostenibilidad es una frase de moda, cuya esencia consiste en procurar el progreso presente, sentando, al mismo tiempo, la base para un futuro mejor.
Recomendamos utilizar el método prospectivo cuyo procedimiento consiste en diagnosticar el presente para establecer las carencias indeseables a fin de programar un modelo para un porvenir deseado.
Dentro de estos parámetros, hay algo que aún podemos hacer: sin renunciar al optimismo, abandonar el discurso triunfalista y acusador, como también la propaganda basada en guerra de las encuestas y el comercio de personas y grupos.
LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
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l conocimiento de la Historia siempre es conveniente: los hechos positivos, se reiteran; los negativos, se enmiendan. Desconocer la historia, es como andar en la oscuridad; conocerla, es caminar iluminado.
La Historia Dominicana tiene por fuente primaria la sociedad La Trinitaria, cuyos valores encarna su fundador, el Padre de nuestra Patria Juan Pablo Duarte, cuyo bicentenario estamos celebrando.
Las elecciones presidenciales del 2012 deben constituir un homenaje de reconocimiento al Padre de la Patria.
Duarte concibió la Patria sobre la democracia como expresión de la dimensión social del Evangelio de Jesucristo. Los mejores testigos de esta afirmación son el Juramento Trinitario y nuestros símbolos patrios
La esencia de la democracia es la libertad, entendida como la capacidad de las personas y los pueblos para conducirse a sí mismos, animados por la razón y la autoridad.
Las personas eligen movidos por lo que entienden razonable, y los pueblos delegan su autoridad en el grupo político que entienden más idóneo para conducirlos en un período de su historia. Pero deben poseer la misma libertad y autoridad para sustituirlos en el momento en que entienden que otros lo pueden hacer mejor, en función del bien común.
El fin de la sociedad es el bien común del pueblo. Se organiza en el Estado para que sea el rector de ese bien común, que debe escoger, por elección o designación, los gerentes idóneos que encarnen dignamente sus funciones orientadas alcanzar el bienestar colectivo.
¿Cuáles son los hechos recientes que entendemos que atentan contra el sistema democrático? Unificación de las elecciones, personería jurídica, financiamiento de los partidos, período de campaña, elecciones de candidatos, burocratismo, entre muchos otros.
CAMBIOS NECESARIOS
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ntendemos que la unificación de las elecciones es un error democrático porque inducen a los electores votar por los candidatos locales, que no necesariamente son de su simpatía sino arrastrado por el candidato presidencial. En las elecciones separadas, los electores locales tienen, como demuestra la historia, mayor probabilidad de escoger las mejores opciones.
Respecto a la personería jurídica, los grupos políticos deberían obtener su reconocimiento con la mayor facilidad, y perderla cuando en las próximas elecciones no alcancen sobre el 5% de la votación del ámbito de su aprobación. La JCE debe verificar que una persona sólo sea miembro de un partido. ¿Cuántos partidos reconocidos tenemos y cuántos otros hay que han pedido el reconocimiento? ¿Cuántos son los votantes? ¿Son todos los votantes miembros de algún partido?
El financiamiento de los partidos debe hacerse en proporción a la cantidad de votos alcanzados en las elecciones anteriores.
El período de campaña debe ser reducido realmente a 60 días o no de forma nominal como ocurre actualmente.
El candidato de cada partido debe ser escogido por exclusivamente por sus miembros reales.
El uso racional de los recursos del Estado debe comenzar por una por el establecimiento de sus funciones y la designación de sus funcionarios: Una docena de ministros, dos docenas de viceministros –uno técnico y otro administrativo por cada ministerio- y los directores generales indispensables para que el Gobierno pueda realizar su objetivo de rector del bien común. Esta racionalidad es válida también para el cuerpo diplomático y los demás poderes del Estado.
La asistencia social debe ser una actividad exclusiva de una sola dirección estatal.
La eliminación del burocratismo conllevaría la práctica de la equidad que equivaldría a decir aproximación, en capacidad y retribución, entre los funcionarios estatales: viceministros 80% re relación con el ministro; directores generales 60% en relación con el ministro, y retribución no inferior al 10% de la mejor pagada.
EL VALOR DE LA DEMOCRACIA
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l valor fundamental de la democracia es la libertad. Para que haya democracia es necesario que gobernantes, aspirantes a serlo, y gobernados, encarnemos la democracia como el comportamiento de las personas libres y liberadoras, lo cual supone independencia, política, económica y cultural.
Hemos vivido una Historia entre la dictadura real y la democracia nominal, caracterizada por el ejercicio del voto y una cierta libertad de expresión. Ambas formas de gobernar han estado animadas de un despotismo cultural. Salvo contadas excepciones, esto ha impedido disfrutar de una democracia real, basada en la participación decisoria y receptora de las riquezas económicas, culturales y espirituales de nuestra Nación: Unas cuantas personas manipulan todos los poderes de la Nación.
Felizmente, se percibe la esperanza de que cualquiera de los candidatos que salga elegido, no podrá practicar la contaminación caudillista que nos ha caracterizado.
Nosotros, gobernantes y gobernados, tenemos que restaurar la democracia sobre la cual el Padre de nuestra Patria, Juan Pablo Duarte, cimentó la República Dominicana y la identidad nacional.
El mejor homenaje que pueden rendir al Padre de la Patria en la celebración del bicentenario de su nacimiento, los aspirantes a ocupar la Presidencia de la República, comenzando con los dos con mayor probabilidad, es imitar su comportamiento Independentista y Restaurador, iniciando un proceso de rescate del país oprimido por una deuda externa y una inversión extranjera que, en muchos casos, atenta contra el desarrollo del país y por una dependencia cultural y psicológica.
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